Las enfermedades renales (ER), tanto agudas como crónicas, han aumentado en estos últimos años en
forma desmesurada con un gran impacto en términos de: morbilidad destacando la evolución hacia
estadios avanzados de insuficiencia renal crónica (IRC), mortalidad y costos.
Las razones de éste fenómeno se atribuyen en parte al envejecimiento de la población, al aumento de
la prevalencia de comorbilidades tales como IRC, insuficiencia cardíaca crónica, insuficiencia hepática,
diabetes, obesidad, hipertensión, al creciente uso de procedimientos invasivos en pacientes añosos y al
uso de definiciones más sensibles de IRA en particular.
En Argentina dicho fenómeno se desarrolla en un contexto caracterizado por la ausencia de datos
epidemiológicos y por una marcada desigualdad social, lo cual condiciona fuertemente la evolución de
los segmentos mas vulnerables de nuestra población, sobretodo teniendo en cuenta la relación existente
entre pobreza e incidencia de las ER.
La morbilidad y la mortalidad de las ER no se explican solo por la enfermedad en sí misma, sino que
estarían asociados un conjunto de condicionantes sociales que llevarían a una calidad subóptima de
atención, representadas por: escasez y formación inadecuada en el personal sanitario, infraestructura
sanitaria inadecuada y limitaciones en las ofertas de tratamiento.
Las ER se dan en un contexto signado por la desigualdad, el envejecimiento de nuestra población,
el aumento de enfermedades crónicas, la ausencia de datos epidemiológicos y por la ausencia de
coordinación en políticas sanitarias, situación que de no mediar ningún cambio se tornara insostenible
para el sistema de salud argentino.