El trasplante renal (TR) reduce la morbilidad y mortalidad, mejora la calidad de vida y restaura la función
sexual y la fertilidad en la mayoría de los pacientes con enfermedad renal terminal. La incidencia de
embarazos en receptoras de TR se encuentra en crecimiento. Estudios muestran que la tasa de pérdida
del injerto durante el embarazo es baja, pero no hay evidencia significativa sobre los efectos a largo plazo.
MATERIALES Y MÉTODOS
Se realizó una revisión sistemática en las bibliotecas Pubmed, Embase y Cochrane hasta Noviembre de
2019.
DISCUSIÓN
El embarazo posterior a un TR debe planificarse para disminuir los riesgos tanto maternos como fetales. El
asesoramiento previo al embarazo es obligatorio en hombres y mujeres en edad reproductiva que están
esperando un TR, y debe repetirse frecuentemente luego del mismo. Los derivados del ácido micofenólico
son teratogénicos y deben suspenderse antes de la concepción. El manejo del embarazo debe realizarse por
un nefrólogo y un ginecoobtetra con experiencia en embarazos de alto riesgo. Es necesario monitorizar los
niveles de los inhibidores de la calcineurina en las pacientes que se embarazan. La lactancia materna debe
aceptarse después del TR.
CONCLUSIONES
Si bien el TR representa una situación de riesgo tanto para el feto como para la madre, cuanto mejor sea la
función renal previa al embarazo, menor es el deterioro de ésta durante el mismo y mayor es la sobrevida
renal y fetal esperadas. La planificación de la conocepción es una parte importante de la consulta del
trasplantólogo.
ABSTRACT
Arterial hypertension (AHT) is the second most important cause of chronic kidney disease (CKD) after
diabetes mellitus1,2,8 and its prevalence is inversely related to the glomerular filtration rate (GFR)20. So
much so that the presence of a reduced TGF or proteinuria are also powerful predictors of long-term endstage
renal disease (ERT) development. The presence of CKD is associated with a high cardiovascular risk3:
hypertension worsens kidney disease and the latter, in turn, makes it difficult to control blood pressure;
therefore, this interaction could be seen as a complex vicious circle that has become a serious problem
to deal with public health, due to its increasing prevalence, high costs and high morbidity and mortality.
Nowadays the treatment of hypertension plays a central role in the treatment of CKD, even in those patients
with ERT. The non-pharmacological treatment of hypertension includes the restriction of sodium in the diet,
the cessation of smoking, weight loss, physical activity and also, for the dialysis population, the maintenance
of an adequate dry weight and the control of mineral metabolism Despite the best efforts made, nonpharmacological
methods alone are insufficient to control hypertension in this population2. Therefore, the
management of hypertension in CKD is a common and important problem for both, patients and professionals. The objective of this review is to examine the clinical pharmacology and indications for the
use of angiotensin-converting enzyme inhibitors (ACEI) and angiotensin II receptor blockers (ARBs), highlighting
the benefits due to their effect on pressure. arterial and proteinuria, in addition to offering suggestions to
control its main adverse effects, highlighting among them, decreased renal function and hyperkalemia.